Comprender la educación para la paz es más importante que nunca, porque nos enfrentamos a un período de nuestra historia en el que la guerra y los conflictos provocan la mayor destrucción de vidas y propiedades que nunca. La violencia afecta la vida de las personas, el desarrollo y el bienestar de las sociedades, así como la violencia armada y la inseguridad tienen un impacto destructivo en el desarrollo de un país, afectan el crecimiento económico y a menudo resultan en agravios de larga data entre las comunidades. Además, los jóvenes que crecen en situaciones de conflicto enfrentan grandes desafíos, porque los conflictos violentos tienen impactos negativos en todas las dimensiones de sus vidas.
Existen varias definiciones de educación para la paz y una gran cantidad de literatura sobre este campo. Según Ian Harris y John Synott, la educación para la paz se puede describir como una serie de «encuentros de enseñanza» que se basan en personas:
- su deseo de paz,
- alternativas no violentas para manejar conflictos, y
- habilidades para el análisis crítico de los arreglos estructurales que producen y legitiman la injusticia y la desigualdad.
Según Ian Harris, la educación para la paz es integral, de naturaleza interdisciplinaria y abarca una amplia gama de programas e iniciativas. Se puede clasificar en cinco títulos principales:
- Educación ambiental
- Educación en derechos humanos
- Educación Internacional
- Educación para el desarrollo
- Educación para la Resolución de Conflictos
Los cinco rubros son parte de un mismo esfuerzo educativo y solo combinándolos podemos ver programas educativos de paz productivos.
UNICEF define la educación para la paz como “el proceso de promover el conocimiento, las habilidades, las actitudes y los valores necesarios para lograr cambios de comportamiento que permitan a los niños, jóvenes y adultos prevenir conflictos y violencia, tanto abierta como estructural; resolver el conflicto de forma pacífica; y crear las condiciones propicias para la paz, ya sea a nivel intrapersonal, interpersonal, intergrupal, nacional o internacional”. La educación para la no violencia y la paz incluye capacitación, habilidades e información dirigidas a cultivar una cultura de paz basada en principios de derechos humanos. Esta educación no solo proporciona conocimientos sobre una cultura de paz, sino que también imparte las habilidades y actitudes necesarias para desactivar y reconocer conflictos potenciales, y aquellos necesarios para promover y establecer activamente una cultura de paz y no violencia[1].
Según UNICEF, los objetivos de aprendizaje de la educación para la paz pueden incluir la comprensión de las manifestaciones de la violencia, el desarrollo de capacidades para responder de manera constructiva a esa violencia y el conocimiento específico de las alternativas a la violencia. Dos conceptos fundamentales de la educación para la paz son el respeto y las habilidades. El respeto se refiere al desarrollo del respeto por uno mismo y por los demás; las habilidades se refieren a habilidades específicas de comunicación, cooperación y comportamiento que se utilizan en situaciones de conflicto.
Otros enfoques de la educación para la paz son «educación para la paz» y «educación sobre la paz». La educación para la paz es la educación para crear las condiciones previas para el logro de la paz y la educación para la paz implica el desarrollo y la práctica de instrucciones y procesos que componen un orden social pacífico.
La educación para la paz destaca la unidad esencial de la humanidad y enfatiza la importancia de hacer referencia constante a los principios de empatía, compartir y cooperación en los esfuerzos por resolver nuestros problemas comunes. Sembrar las semillas de la paz y la justicia a través de la educación formal y no formal podría nutrir a una nueva generación de líderes mundiales y ciudadanos comunes que tienen una visión de un mundo pacífico y justo y que tienen tanto la habilidad como la voluntad para hacer realidad esta visión. La educación a todos los niveles es la clave para construir una cultura de paz[2].
El desarrollo de capacidades para la paz a través de una educación de base amplia implica componentes conductuales, cognitivos, espirituales y de actitud. La educación para la paz debe incluir prácticas de instrucción que respeten las capacidades cognitivas, intelectuales y de desarrollo. Puede empoderar e inspirar a los alumnos y aportar un equilibrio saludable y diversidad al activismo. Cualquier plan de estudios de paz debe tener como núcleo la enseñanza de la empatía. Se aboga por una infusión o integración de principios de paz en los programas educativos. Los discursos de empatía y reconciliación en el currículo y la pedagogía son componentes críticos de la reforma de los objetivos de educación para la paz. Se debe enfatizar el pensamiento crítico, la resolución de problemas, el lenguaje y las habilidades para la vida, así como la apertura mental, la expresividad, la tranquilidad, la flexibilidad y la sensibilidad hacia diversos problemas globales.
Adicionalmente, el término “educación” en este contexto se refiere a cualquier proceso, ya sea en las escuelas, o en contextos educativos informales o no formales, que desarrolle en jóvenes o adultos los conocimientos, habilidades, actitudes y valores que conducen al cambio de comportamiento. La educación para la paz debe abordar la prevención y resolución de todas las formas de conflicto y violencia, ya sea abierta o estructural, desde el nivel interpersonal hasta el nivel social y global.
[1][1] https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000160787
[2] https://files.eric.ed.gov/fulltext/ED507654.pdf